"Somos arrastrados a discreción, literalmente, por el aire que sopla, y resulta algo cómico cuando nos tocamos la frente en medio de la corriente o tratamos de calmarnos pronunciando algunas palabras al tiempo que apretamos las puntas de los delgados dedos contra las rodillas. Mientras que por lo común nos mostramos bastante corteses y no queremos saber nada de una claridad respecto a nosotros mismos, ocurre ahora que lo buscamos con cierta debilidad, aunque, eso sí, como si fingiéramos, en broma, querer atrapar con gran esfuerzo a unos niños pequeños que caminan a pasitos cortos delante de nosotros. Nos escudriñamos a nosotros mismos escarbando como topos y salimos ennegrecidos por completo y con el pelo aterciopelado de nuestras derrumbadas bóvedas de arena, estirando las pobres patitas rojas en busca de sensible compasión.."
Franz Kafka, carta a Max Brod, Praga, domingo 28 de agosto de 1904