jueves, 21 de marzo de 2013

Tururúctut - (Orlando Guillén)



Capa de sangre derramada sobre los hombros
De
La
Rosa
De
La
Noche
Porque comienza a amanecer
Y hace frío
Sobre los huesos
De las almas
Que cobija
El espíritu de la muerte
Con un soplo de vida
Que estremece. En esta madrugada
Al rojo vivo
Tururúctuc
Que parece brazo
Que en adiós se circuncida
Y omite una mano como quien dice
«Para siempre
Y hasta el pie»
Y acumula así
Hojarasca inmortal
A los pies del arbusto de los días
Mortales acarreando cubetas
Del pozo a la raíz amarga
Que nutre de otros
Oros
La maceta de tu día
Con los pies...
En esta madrugada y por un vuelo de pájaro
Nomás
Le vi la pata efímera
A lo
Eterno
Tururúctuc
Y le di cuerda
Al revés
Pero no se lo dije a nadie
Ni siquiera a la
Belleza
Tururúctuc
Porque el rey viejo que encontré
Subía llorando la cuesta
De Las Aceitunas
A gatas
Como cualquier animal del tiempo
En que
Otros animales
Gobernaban
El
Tiempo
Y los soles de la
Noche
Eran como culebras
Entre las piedras de los rayos
Negros
De un negro tururúctuc.
Si mi sombra se adentra
Sin huella en el
Tiempo
Dactilar
O muchedumbre de los astros
O torre que se levanta
Donde se levanta las faldas la tumba
De los templos es
O es donde una muchacha se descalza
La falda de los pies
Antes de zambullirse en mis propósitos
Tiernos
Y deja maldita la sandalia
Y soy un beso violáceo
En el ombligo de una
Furia
Tururúctuc.

Viento que no te has de reconciliar
Con la alharaca gallinácea
De la loma del monte
Abusa ahora que puedes de las mujeres
Que tropiezan cayendo alborotadas
Por la garra de tigres de tu garra
Espléndida de jades
Y corta la cabeza
De tu madre
Y álzala como un canto
Que gorjeara
Viejas silvas apócrifas
Tururúctuc.

Con los ojos que son del otro reino
Reina en este. Reduce las onzas
De tu peso al peso nuestro
Y vive de nuevo entre nosotros
Oh poeta Qué digo Oh profeta Qué digo
Oh monte de cabeza Oh cachimba
Que fuma culpa que no puede recogerse
Como refajo en el perdón
Del fratricidio
Qué digo que se va con el humo
Tururúctuc
Igual que el ramo de las aguas
Oh florero no puede
Recogerse en gotas
Insepultas
Y se te llueve por dentro
Como llueve por fuera
La cabeza de tu padre
Recién cortada
Del jardín sepulto de la inocencia
De las aguas
Que te proclama rey de pasmos
Ala de bisagra o mariposa de burlas
De 2 muertes en 2 vidas
Vividas
Cada una de ellas
En el Otro
Abre la puerta
De la tumba y entra en vida
Extranjera
Tururúctuc. Comprenderás
Que no hay
Frontera. Que se mamó el puta
Becerro
E iba briago de chiche
En chiche
Hasta que la vaca que lo parió
Quedó en pellejos
De la vaca
Nana.
«¿De qué misterio
Toro
Eres embajada de babas
Soberano
Pendejo
Que así hociqueas?» dijo el becerro
Tururúctuc
De oriplata
Harto de progenitura. «Desembucha
Sáltate las reglas
Aritméticas
De la orografía del alma ajena
O atorníllala
Al cadalso
De las grandes multitudes
Que caen bajo el brazo
Como capucha de
Verdugo
Ignoto de
Aquel cuyo rostro
No puede verse
Sin morir
Pero que nadie ha visto
Y sin embargo ha muerto
Sin capucha». No compro
Nada y mi casa no es mercado
Tururúctuc.

Después de lo referido
Loable inobediencia a la orden
De no comer de aquellos panes
De piedra
Que ningún rey sabe ya quién
La dio. Comió
Y dejó comer las migajas al ganado
De los inmortales
Que para nutrirlos era mortal.
«Yo soy
Un astro de sangre
Tururúctuc
No sangre de los astros
Tururúctuc
Y sangro piedras de astro si me hieren
Tururúctuc
A traición. Yo soy
Un sol Melenas que se hace el jaraquiri
Y apenas si se rasca
El ombligo de oro bruto
Tururúctuc.
Porque el amor
Caerá de frente
Como quien no se cuida
De espaldas
Con todo y pala panadera en el
Horno
Para satisfacción
Del populacho
Que le envidia
Y viéndolo amante reincidir
Lo sabe siempre
Vulnerable
Y combustible». Mató aquel día
80 sacerdotes y sacrificó el humo
De su entraña
A la sacerdotisa pura y la liberó
De virginidades ciegas. Al día siguiente
Mató a los magos
Tururúctuc. A los que encontró
A su paso y a los que de nada les valió
No salir de casa. No
Dejó ese día mago con cabeza
Tururúctuc.

La ciudad de la tribu tiene alas
Recientes y las viejas
Recuperada la libertad
Se refocilan sueltas
Y en brama
Por el gran desván que gime
De la
Noche
Sin estrellas. Toda siembra de amor
Tiene las alas
Viejas y de las nuevas se sirve
Solamente
De abanico y de solaz
Y para atizar el fuego
De los fogones
Mutuos
Cuando los retoños crecen
Y se multiplican
De su fuelle. El amor
Es una máscara
Que cualquier cara se pone
Menos
La de los hipócritas
Porque máscara no come máscara
Y sólo ella es verdadero
Tururúctuc.

Así se presentaba todo a nuestra llegada:
Hermoso y lleno de muertos
Pero quizá era demasiado temprano
O demasiado tarde
Según se viera. No estábamos
Para sutilezas. La luna escondía la cabeza
Debajo de las sábanas negras
Que parecía una C con Cedilla de plata
Tímida. Impacientes
Plátanas esperaban su turno
Entre los símiles
Tururúctuc de la muerte pálida
Y mi amada a mano
Empezaba
A quitarles las cáscaras superfluas
Para dejar su luna brillar
Perfecta como el muslo tunco de una
Joven promesa
De la
Noche
O como la ojiva de un misil
Que implota
Y pinta de blanco
De un brochazo
Las paredes rapidísimas de la
Noche de los
Muertos
Tururúctuc.

Un dios supérstite se complacía
En flechar pájaros
Por la cuenca
De uno sólo de los ojos
De modo que los dejaba tuertos
Unos del lado izquierdo
Y otros del derecho
Y los signaba guías
De cada uno de los flancos
Del rebaño de las alas
A pesar de lo cual o quizá por eso
Tropezaban
De frente
Y caían de lado sin bajar del cielo
Porque el cielo
Era la tumba del dios por capricho
De los pájaros y a los pájaros al vuelo
No les apestan los sobacos
Como al dios a la intemperie etérea.
Así bajaban
A tu corazón
Las esperanzas vacantes por en medio
De ambos laterales
Un ojo de una y otro de otra
Por el pasillo túnel de las venas
Negras
Que pillaban casa en los latidos
Del dios muerto
Cuando a ti
Las esperanzas jamás te fueron
Pábulo
De cielo. Eras
Lo que eras y serías lo que
Tenías
Que ser
A tuertas y a derechas
Desde lo párvulo en la nube prieta
Porque
Amor y sueño por arriba
Tu puerta se abría
A todo horizonte tururúctuc
Por exceso
Y por defecto
Desde abajo a la
Otra punta del ala de la vida
Arrastrando la pata
Y la cobija
De la
Noche
Que sonora titila
Manto
Que canta
Tururúctuc
Manto de tiniebla cosido
Con los ojos de las muertas
Tururúctuc
Que envuelve en quietud viva a las estrellas.

٭

Orlando Guillén, Tururúctuc (un fragmento).