martes, 1 de junio de 2010

Malasuerte en Tijuana (Hilario Peña)


—Hilario ¿de dónde viene Malasuerte?

Malasuerte en Tijuana es una respuesta a una realidad que rechazo. En México, desgraciadamente, le atribuyen al escritor una sapiencia absoluta, porque nos creen omniscientes (y es por culpa de otros escritores que al parecer sí lo son). Me decían Ah, tú escribiste un libro, eres escritor, y por tanto necesito que me expliques por qué existe tanta violencia, o qué opinas del amor o que opinas de la paz. Yo me consideraba bueno para urdir historias, pero no sentía que tenía que contestar esas cosas. Me pareció prudente quitarle esa solemnidad, yendo precisamente a mis intereses, a lo que me gustaba leer. Entonces busqué algo que parece fácil que se te ocurra, pero no es así, la prueba es que poca gente ha echado mano de ello: un detective privado. Comencé a escribir relatos de un detective privado en Tijuana. A mí se me hacía perfectamente lógico y me dije que si esas historias se publicaban Hilario Peña sería un escritor de aventuras al que no se le iba a preguntar lo que piensa del amor, de la paz ni de nada de eso. Luego me pareció más interesante hurgar en el pasado de este personaje, cómo fue que se convirtió en ese tipo duro y así fue como se fue gestando este personaje, que cuando menos lo pensé ya era de carne y hueso, las cosas que hacía eran consecuencia de su mismo carácter impulsivo, extrovertido, desinhibido, echado para adelante, seguro de sí mismo. Eso también me pareció muy sano, dejar de una vez por todas ese reflejo del autor en su personaje principal, que compartía sus inseguridades. Yo quería hacer ficción, que el personaje tuviera otros problemas y no los míos. Creo que eso debería practicarse más entre los escritores, alejarse lo más posible de sí mismos.

(...)

—Tu relación con el mundo cultural es distante…

—Bueno… antes, no ser parte del establishment era ir a una presentación de tu libro y vomitar o empezar a lacerarte. Pero yo creo que uno puede ser independiente tan sólo mostrando un trabajo único. Hay bastantes autores que lo hacen de esa manera, que están buscando una identidad propia y ése es el chiste, que haya más voces singulares y originales, eso es lo que debemos buscar en el panorama de la literatura. Sería muy saludable que los escritores no esperemos vivir de lo que escribimos, pero sí aspirar a ello. Hacer como que algún día vamos a vivir de esto. Eso no es prostituirse, porque en la medida en que nos la pasemos pensando en vivir de las becas o de las embajadas, allí es cuando se corrompe todo. ®

(Entrevista de Raúl Silva publicada en Replicante)