"... Grómov da libre curso a su pensamiento, hablando con calor y apasionamiento. Aunque su discurso es desordenado y febril como un delirio, entrecortado y no siempre inteligible, en sus palabras y en su voz vibra una nota de extraordinaria bondad. Cuando habla, se reconoce a un tiempo al loco y al hombre que hay en él. Sería difícil trasladar al papel sus desatinadas razones. Habla de la mezquindad humana, de la coerción que maniata la justicia, de lo maravillosa que será la vida un día sobre la Tierra, de las rejas de la ventana, que le recuerdan a cada instante la cerrazón y la crueldad de sus opresores. En definitiva, un batiburrillo deslavazado e incoherente de tópicos que, por viejos que sean, no han perdido su vigencia".
Antón Chéjov, "La sala número seis" (trad. de Víctor Gallego)
"Ahora, mientras escribo estos renglones, frena mi mano un miedo inculcado desde la infancia: me aterra parecer sentimental y ridículo. Cuando quiero mostrarme afectuoso y decir palabras tiernas, no consigo ser sincero. Ese temor, así como la falta de costumbre, me impide expresar con toda claridad lo que sucedió entonces en mi corazón."
"... sin duda, se sentía confuso y turbado ante sí mismo, ante su 'ojo interior'".
"... sin duda, se sentía confuso y turbado ante sí mismo, ante su 'ojo interior'".
"Relato de un desconocido"