"Estas ideas o estas sensaciones o estos desvaríos, por otra parte, tenían su lado satisfactorio. Convertía el dolor de los otros en la memoria de uno. Convertía el dolor, que es algo natural y que siempre vence, en memoria particular, que es humana y breve y que siempre se escabulle. Convertía el relato bárvaro de injusticias y abusos, un dolor incoherente sin principio ni fin, en una historia bien estructurada en donde siempre cabía la posibilidad de suicidarse. Convertía la fuga en libertad, incluso si la libertad sólo servía para seguir huyendo. Convertía el caos en orden, aunque fuera al precio de lo que comúnmente se conoce como cordura."
Roberto Bolaño, 2666, "La parte de Amalfitano".